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En un notable ejemplo de la sostenida estrategia de desgaste en la guerra, el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, ha denunciado una andana masiva de bombardeos rusos que impactó la infraestructura crítica del país durante la noche del 12 al 13 de diciembre de 2025. El asalto, que movilizó una cifra sin precedentes de más de 450 drones suicidas y 30 misiles de diversas categorías, se centró en paralizar el sector energético, exacerbando la vulnerabilidad sistémica de Ucrania de cara al invierno.
El Cálculo del Impacto y la Geografía del Asalto.
El objetivo principal de esta ofensiva aérea coordinada fue el sur de Ucrania, con especial virulencia en la región de Odesa, un núcleo logístico vital. Si bien los sistemas de defensa aérea lograron interceptar una porción significativa de los proyectiles, la saturación del espacio aéreo permitió que el embate alcanzara su blanco en múltiples instalaciones clave.
El Servicio Estatal de Emergencias (DSNS) confirmó graves daños que resultaron en la interrupción del suministro de electricidad y agua en varias zonas de Odesa, donde se reportaron al menos cuatro heridos civiles. La onda expansiva de la ofensiva se sintió en un vasto arco geográfico, dejando a miles de familias sin servicio eléctrico en hasta siete regiones, incluyendo Kirovogrado, Mykolaiv, Sumi, Járkov, Jersón y Cherníguiv, además de las ya mencionadas Dnipropetrovsk y Cherkasi. El balance preliminar sitúa en más de una docena las instalaciones civiles afectadas, lo que subraya la naturaleza indiscriminada del ataque.
La Estrategia de la Oscuridad: Presión Política y Humanitaria.
Desde una perspectiva geopolítica y militar, el patrón de ataque contra la infraestructura energética no es incidental. Representa una táctica calculada para desmoralizar a la población civil y, más estratégicamente, aumentar la presión sobre el liderazgo ucraniano y sus socios occidentales. Al golpear sistemáticamente la red eléctrica, Rusia busca no solo dificultar las operaciones militares ucranianas, sino también generar una crisis humanitaria interna que desvíe recursos y atención del frente de batalla.
El presidente Zelenski condenó estos actos de "terror" aludiendo a que demuestran la persistente voluntad de Moscú de "destruir nuestro Estado y causar el mayor dolor posible a nuestra población", descartando cualquier intención real de poner fin al conflicto mediante negociaciones de buena fe.
El Llamamiento a la Defensa Aérea Avanzada.
En respuesta a la escalada, el mandatario ucraniano renovó su insistente llamado a las capitales aliadas para el refuerzo inmediato de las capacidades de defensa aérea. La necesidad de sistemas más avanzados, capaces de contrarrestar tanto los enjambres de drones de bajo costo como los misiles balísticos de precisión, se ha convertido en la prioridad operativa.
Además, Zelenski urgió el suministro de misiles de largo alcance y el incremento de la presión diplomática y sancionadora sobre la Federación Rusa. Desde Kyiv se sostiene que solo una defensa aérea robusta y un aumento de las capacidades ofensivas de Ucrania—capaces de generar una simetría de amenazas—podrán forzar a Moscú a reconsiderar su estrategia de destrucción metódica.
Esta última andanada subraya la naturaleza crítica de la asistencia militar occidental y confirma que la infraestructura civil ha sido irrevocablemente militarizada como un objetivo estratégico clave en la fase actual del conflicto.
Fuente: EFE.
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